¿Vivimos en la sociedad de las ilusiones rotas?

La mente humana está especialmente creada para sufrir decepciones. Nuestra capacidad racional y creativa nos impide conformarnos con la realidad que vivimos y siempre deseamos cada vez más.

Cuando somos niños, el mundo nos parece inmenso. El dormitorio es nuestro Hábitat natural (en palabras de mi hermano pequeño), y ya cuando viajamos a la habitación de nuestros padres y nos acurrucamos en su cama blanda e infinita, nos sentimos en el paraíso. Varios años después, el dormitorio se nos queda pequeño para la cantidad de cosas que queremos meter, y si nos tumbamos en la cama de nuestros padres ya no la notaremos tan enorme, puede que incluso toquemos el extremo con la punta del dedo gordo del pie.

Sin embargo, tenemos otros casos. Algo tan valorado hoy en día, relacionado con la creatividad como es la imaginación, se halla en el centro de la decepción humana. Vivimos disconformes con nuestra vida, soñamos con otra mejor, imaginamos una vida perfecta, con la persona perfecta… Soñamos y soñamos durante horas, evadiéndonos de la realidad, ya sea al dormir, al reflexionar, al leer incluso, o al ver una fotografía artística. Todo esto crea imágenes utópicas en nuestra mente, cuentos de hadas que es difícil que se dejen ver. Cuando abrimos los ojos, cuando nos aplauden en la cara para devolvernos al planeta Tierra, nos damos de bruces con una realidad que en nada se parece a la que soñábamos.

Vemos fotografías editadas y exhaustivamente pensadas de lugares mágicos, maravillosos, como un bosque tropical en medio de la ciudad. Cuando vamos, resultan ser cuatro árboles juntos rodeados de carreteras y contaminación.

Los medios de comunicación nos muestran familias perfectas, ejemplares, modelos: una mujer, un hombre y sus hijos, que acaban la trama en paz y armonía. En las familias reales,caben parejas homosexuales y heterosexuales, con y sin hijos. Además, como en cualquier relación humana, hay choques, discusiones… Todo esto, tras haber interiorizado los mensajes de los medios, hace que nos sintamos mal con nuestro entorno, que creamos que somos «raros», que lo normal es lo que vemos a través de la televisión. Provoca rechazo a uno mismo. Afortunadamente, la concienciación sobre este tema ha sido mayor en los últimos años.

Sin embargo, el tema estrella en este aspecto es, sin duda, el amor verdadero. Ese que es adorado y ansiado por una parte de la sociedad, y estigmatizado a más no poder, por la otra. Ese amor único y para toda la vida que aparece en chavales de 16 años y no pierde vitalidad durante décadas, hasta la vejez. Hay quien dice, incluso (con bastante desatino), que se venden príncipes azules, cuando en la realidad solo quedan sapos. Y quien dice príncipe, dice también princesa. El amor siempre ha sido idealizado para ambos sexos por igual, y en las características que todos tenemos ya en mente.

Sin embargo, a mí me gusta ser más optimista.

Creo que si vemos el mundo enorme cuando somos pequeños, nos creemos hormigüitas dentro de él, y cuando crecemos, ganamos a la vez poder sobre nuestro mundo al ponernos a su altura.

Creo que los medios de comunicación son narrativas. De hecho, narrativas bastante ancladas en la tradición que solo ahora están empezando a actualizarse, a pasos mil veces más lentos que aquellos a los que avanza la sociedad continuamente. Hemos entrado en una sociedad del cambio, en el que el «ser como el resto» ya no se lleva, la diferencia es primordial. Y cada diferencia nos hace únicos.

Creo que el amor es como cada persona lo siente o quiere sentirlo. A veces será como lo imaginamos, otras veces no, pero en el momento en que llegue nunca pensamos en eso. Porque si algo bueno tiene el amor es que te hace plenamente feliz, y que sea como en las películas o no, es algo totalmente secundario o incluso fuera de lugar. Sí es verdad que crearnos una imagen idealizada contribuye a una menor disposición a probar, experimentar, porque no encontramos a nadie «a la altura». Pero los verdaderos sentimientos no se eligen, y cuando toque, nada podrá impedirlo.

Por tanto, creo que estamos inmersos en la sociedad de la decepción, en la sociedad de las ilusiones rotas. Pero también creo que tenemos plenas facultades para contrarrestarlo si queremos. Solo se trata de pensar y valorar esos pequeños detalles (personas, objetos, valores…) que hacen que nuestra vida sea única, especial e inigualable. Y es que los medios de comunicación pueden ser nuestros aliados, o pueden hundirnos en la miseria. ¿Tú, qué prefieres?

17 comentarios en “¿Vivimos en la sociedad de las ilusiones rotas?

  1. Dicen que el amor no se elige. Que a veces llega sin saber cómo ni por qué. Se te posiciona delante y te arrebata el aliento hasta el último momento.
    Vivimos en la sociedad de las ilusiones rotas porque muchos sufrimos la desilusión constante de la vida. Que ante algo maravilloso que se te presente, se te recuerde que se te abrirá una nueva herida.
    Y es desesperante. Vivimos en una sociedad desilusionada por una gran impotencia ante algo que no se puede controlar: nuestro corazón.
    Y de ahí que una amplia mayoría termine escribiendo o desahogandose de una u otra manera para poder dejar constancia de lo que una vez sintió

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    1. Una mirada, una sonrisa compartida… y estás perdido. Vivimos en la sociedad de las ilusiones rotas porque muchos han tenido tantas heridas que piensan que cada cosa maravillosa que se les presente les va a crear otra más. ¿Lo bueno? Que no es así.
      La vida exige vivirla, y vivir la vida consiste en vivir las casualidades.
      Somos siete mil millones y medio de personas en el mundo. ¿Acaso crees que la casualidad de que dos corazones sientan lo mismo es facil? Pero la naturaleza es tan sabia que te acaba guiando hacia la persona correcta. Y eso ocurre más tarde o más temprano, y en ese momento, SÓLO en ese, las heridas van desapareciendo.

      Gracias por leer y comentar 🙈😘😘

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      1. Y añado otra cosa, precisamente por ésas heridas, muchas veces evitamos dejar entrar en nuestra vida a muchas personas, o incluso escucharles cuando lo necesitan…resumidamente más humanos, más empaticos.

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      2. Coincido totalmente contigo. A veces dejamos ir a personas por miedo, pero el miedo también nos impide avanzar. Pero ese miedo no debería afectar a las personas que quieren entrar en tu vida, posiblemente con buena intención. Creo en las oportunidades.

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    2. Eso hago yo, que remedio. Pero y lo bien que te quedas después? Además en el fondo, todo es valorarnos, conocernos de veras, y cambiar nuestra actitud ante el mundo. :)) y eso os digo yo que merece la pena intentarlo.

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  2. Supongo que también ayuda la falta de paciencia. Con una pelea o discusión muchos tienden a pensar que pueden encontrar algo mejor (pareja, trabajo…) y siempre piensan que lo que tienen puede ser mejor. La perfección sólo existe en los sueños y a veces ni eso. Hay que ser más realista y aprender a luchar contra las adversidades de la vida. Eso, además, nos hace más fuertes. Besitos

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    1. Podría ser, si. Y como dices, ahí está la capacidad y el deseo de cada uno de acabar con esos sentimientos del «no es suficiente» o «aún puede mejorar» y saber valorar objetivamente hasta dónde podemos llegar. Tenemos todos que acostumbrarnos a apreciar lo que tenemos en vez de estar siempre pensando en lo podríamos tener.

      Besitos! 😘

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    2. Hoy ya no apreciamos nada, ni nos comprometemos, antes estabas con una pareja y estabas toda la vida juntos, porque cedían y superaban adversidades juntos, y había otros valores… Hoy, se complica la relación y lo dejamos, buscamos otra, y así permanentemente.

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      1. En esta ocasión discrepo. Sí que es verdad que ocurre en muchas relaciones, pero creo que depende del tipo de relación y del tipo de personas. Aún quedan valores «a la antigua» y parejas basadas en la confianza. Son las menos, pero existen. Aún existen.

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      2. Exacto, esa más fácil abandonar y buscar otra que unirse a buscar soluciones o incluso ceder en algo. Para muchos ceder es sinónimo de dejarse ganar por el otro. Un abrazo

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  3. Lo mejor que podemos hacer, ignorar los medios, las redes, y salir a la calle. Cada vez que lo he hecho, sí he visto gentuza, personas que intentan imponerte algo o crearte problemas o que se yo, pero también gente estupenda, y con eso me voy quedando. Hace tiempo que dejé de vivir de sueños, de ilusiones, y empecé a vivir la realidad. No soy conformista, me aburre lo monótono, me gusta la aventura y arriesgarme, pero también busco personas que si bien no tengan mis gustos ni mi ideología, si tengan mi sentido de la vida, y nuestros valores estén en igualdad de prioridades, la espiritualidad, el amor, la lealtad, la nobleza, vamos, todo aquello que se ha perdido y lo han cambiado por el todo vale, el materialismo, etc. Y sí por ello, soy raro, entonces me enorgullece saber que lo soy. Si tener valores, creer en tu patria, en el humanismo cristiano, las tradiciones y las personas que te rodean y te quieren y quieres, es nocivo, entonces soy un individuo nocivo para su estúpida sociedad.

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    1. Wow. No puedo expresar nada más que admiración. Me gusta mucho cómo piensas, y a la vez me sorprende. Sigo creyendo que el conformismo, las ilusiones… caracterizan a nuestra sociedad. Pero ahora me has demostrado que hay excepciones a la regla, y que aún hay gente que puede luchar contra lo establecido. Gracias 😊

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